LOGOTERAPIA HOY ? Revista Peruana de Logoterapia Clínica y enfoques afines. Año I. Número 001. Septiembre 2012
Algunos comentarios sobre la teoría de la personalidad de Alfred Adler
La psicología individual respectivamente la psicoterapia adleriana es un acercamiento subjetivista a los fenómenos de la psique. Esto quiere decir que el objeto de análisis no es la esfera de los (objetivamente) “verdaderos” hechos, sino de su interpretación subjetiva. Alfred Adler fundamentó su doctrina en los principios de la filosofía fenomenológica, según los cuales la psique humana está organizada de acuerdo a estructuras de totalidad. En este sentido, la noción de “individuo” significa lo “indivisibile”. Por aquel término, Adler quiso indicar el fundamento holístico de su teoría de la personalidad: El hombre es, en este contexto, una unidad orgánica; todas las partes de esta unidad son dependientes, funcionalmente integradas en la psiquis de la totalidad del organismo. Por lo tanto, Adler dijo: “¡El todo es más que la suma de sus partes!” Como es sabido, la psicoterapia adleriana es una parte de la psicología profunda: como el psicoanálisis de Sigmund Freud y la psicología analítica de Carl Gustav Jung.
LA TEORÍA DEL ESTILO DE VIDA Cada hombre ha creado en el curso de las fases de su desarrollo más tempranas, un sistema de orientación único, un “plan de vida” individual que determina en adelante sus percepciones, sus objetivos y sus movimientos accionales. En el marco definido por la corporeidad y el entorno del niño, y frente al cual el niño toma posición evaluando sus características. En un acto creativo éste desarrollo entonces las estrategias de su seguridad existencial. Este plan de vida es una parte integral del estilo de vida. La teoría del estilo de vida de Adler integra aspectos que conjugan facetas del pensamiento y la percepción. De todas maneras la diferenciación entre sistemas de referencias del pensamiento privados y sociales de Adler exhibe una fuerte afinidad con los “procesos primarios” y “procesos secundarios” de Freud. Adler postuló dos “sistemas de referencia” diferentes de la percepción, pensamiento y acción. Con esto él se refería a conceptos como “razón”, “visión del mundo” o “inteligencia”. Estos conceptos él los subsumió bajo la noción central de sentido común (common sense).

EL ESQUEMA PRIMARIO DE APERCEPCIÓN Adler ve a los sistemas de referencia privados como creaciones de niño, generadas en un estadio genético temprano (primario) en las fases de desarrollo psíquico (ontogénesis). En esta fase de desarrollo un niño no dispone ni de los símbolos lingüísticos ni de las condiciones lógicas de abstracción de operaciones intelectuales “superiores”. Por eso el niño tiene que crearse un esquema de apercepción a través de una discusión “privada” con los hechos concretos del medio ambiente que lo rodea. Este esquema de apercepción representa un sistema de orientación temprano: un “prototipo” del estilo de vida más tardío. El hombre es desde el principio de su vida creativo y capaz de encontrar un significado en su vida. Ya tempranamente en la niñez el hombre se forma opiniones específicas en cuanto a su ambiente. Podemos hablar, en este contexto, de una creativa “construcción de realidad”. Esto quiere decir que la realidad está basada estrictamente en construcciones subjetivas. El amplio desamparo y pasividad del niño es una condición natural para la tendencia e interés en el desarrollo de relaciones con sus personas de referencia importantes (p. ej., a los padres). La manera y forma como éstas personas de referencia se le presentan al niño, producen o generan una imagen específica extraña (heteroimagen). Éste es un componente del esquema de apercepción primario. Para orientarse en un mundo desconocido, el niño debe tomar una posición activa y creativa frente a los objetos del medio que lo rodea. Él tiene que interpretar de forma selectiva estos objetos de la inmediatez.

VALORACIÓN PRIMARIA El niño constata señales funcionales (atributos, cualidades) de los objetos que lo rodean. Estas cualidades son fenómenos exclusivamente subjetivos. La calificamos también de conocimientos primarios. A éstos se los puede calificar de afectivos y centralmente corporales. Así se desarrolla una unidad de relación funcional entre el yo y el mundo exterior que se organiza en el esquema de apercepción primario. Esta actividad de ordenación y de valoración representa un factor importante de seguridad, dado que el sentimiento de desorientación aparece como amenazante. Así comienza desde la más temprana edad, como bebé, con la tarea de clasificar funcional y sistemáticamente los objetos que lo rodean. Para esto él se sirve de una estrategia totalmente intuitiva y prereflexiva, una estrategia fácil y pensable: él examina los objetos respectivos en este sentido, si éstos son apropriados para generar sensaciones agradables o si al contrario éstos producen sentimientos negativos (esquema de apercepción antitético).

SUPERAR LA POSICIÓN DE DEFICIT Un niño llega a éste mundo. Éste es para él totalmente extraño y desconocido, lo cual no es necesario de ser sustentado. Pero el niño tiene ciertas capacidades que desde el principio le permiten actuar con determinados objetivos. Sin embargo en comparación con los demás seres vivos ellas están mucho mejor desarrolladas en los demás seres vivos que en el hombre. Con esto hacemos referencia especialmente a la capacidad de orientarse en el mundo y de moverse independientemente. El hombre está también en desventaja, si se toman en consideración la fuerza y la capacidad de movimientos o capacidad motriz. Por esta razón en los estadios básicos de su desarrollo, las personas deben estar empeñadas en compensar o bien superar estos obstáculos. Por eso él debe encontrar medios y caminos, en gran parte de forma independiente, que le llevarán a concretar el fin ficticio de una protección perfecta de su propia existencia. Esta tendencia a la seguridad determina de una forma central la dinámica de vida de la persona. Ella corresponde a un movimiento permanente desde una “posición de déficit” individualmente vivida a una posición superior y positiva. La posición de déficit está ligada a sensaciones de desgano e inferioridad, impotencia, debilidad y peligro, mientras que la posición positiva va acompañada de sensaciones de superioridad, fuerza, poder y seguridad en sí mismo.

INTERÉS SOCIAL PRIMARIO El hombre es un ser social. La comunidad de cooperación y comunicación con el prójimo es un requisito previo para la individualización. Si el niño es entretejido en una red social, mejores serán sus capacidades personales en la vida futura. Por consiguiente, todos los problemas básicos de la vida son problemas sociales. Sin un “Sentimiento de Comunidad” desarrollado la persona es obligado a padecer preocupaciones y muchas enfermedades psíquicas, sobre todo trastornos de ansiedad y depresiones. Una desarrollada capacidad social tiene un efecto decisivo sobre las capacidades cognoscitivas que hacen a una conducta “normal” racional posible. Las personas que no son proveídas de la capacidad social son inclinadas a desarrollar una “lógica privada”. Por consiguiente, su comportamiento será “anormal”, los prójimos lo experimentarán como torpe, gracioso o ridículo. Esto, a su turno, es un fuerte desalentador. Como consecuencia, es alta la probabilidad para desarrollar una estrategia estricta de salvaguarda. Si la relación con las personas de referencia es positiva, se puede crear una comunidad primaria: Ésta es la condición básica para que pueda nacer un sentimiento elemental de seguridad en sí mismo. Al contrario es válido de que pueden ser llamados sentimientos de desgano y miedo, si es que ese sentimiento del “nosotrosoriginario” no puede ser generado. Por lo cual concluye la Psicología Individual de que la relación social es anterior a la de identidad del yo, y que una marcada sensación de inferioridad es un indicador de perturbaciones tempranas en las relaciones sociales. Sólo una relación intacta, que está llena de confianza hacia los prójimos y personas que rodean al individuo, puede proporcionar una confianza básica en sí mismo. Esta confianza básica es la condición para una estabilidad emocional que garantizará la salud psíquica en la vida más tardía y promoverá además competencia social.

UN OBJETIVO FICTICIO DE SEGURIDAD Los esfuerzos dinámicos buscan un objetivo ficticio de seguridad absoluta. Esta “posición-más” es conectada con fantasías agradables de “estar sobre la cima”, como ser rico, omnisciente, mundialmente respetado, sexualmente deseable: esto quiere decir, ser en todo sentido superior. Estos “esfuerzos para la superioridad” sirven con el objetivo de compensar el sentimiento de inferioridad (que es una expresión de la “posición-menos”). Este sentimiento de inferioridad da lugar a desarrollar estrategias diferentes de autoactualización. Que pueden ser las siguientes: - atracción de la atención (deseo de ser el foco de atención); - reclamo de poder (predominio); - tendencia para la venganza; - tendencia para justificar (perdón) de defectos (culpas) de alguien; -salvaguardar por retirada (actuación evasiva). Todas estas estrategias pueden ser realizadas por métodos activos o pasivos. Los métodos pasivos hacen con frecuencia el empleo de síntomas psicosomáticos. Un ejemplo es el llanto depresivo: Adler habló en este contexto de “Wasserkraft” (energía hidráulica). Por esta opción irónica de palabras quiso indicar que las lágrimas no sólo son causadas por la depresión: además, pueden servir al objetivo que está contenido en una de las estrategias antedichas.

LÓGICA PRIVADA Y LAS OPINIONES PRIMARIAS La lógica que es determinada para el esquema primario de apercepción es simple: ella se puede representar como un sistema de dos cajones, uno contiene un esquema positivo, allí son incorporadas todas las experiencias que contienen señales de afecto positivas o satisfactorias. Todas las experiencias que en cambio van acompañadas de sensaciones negativas, se incorporan al esquema negativo. Ese agudo esquema y fuerte abstraída apercepción marca una lógica privada, que es mucho más primitiva que la lógica universal del sentido común (adquirida en fases más tardías del desarrollo del individuo). Adler acuñó a este respecto la noción esquema de apercepción antitética para calificar con eso exactamente este aspecto de la lógica privada: “Si queremos entender a los niños, no deberíamos perder de vista el hecho importante de que los niños tienen una fuerte inclinación de repartir todo en contrastes (arriba o abajo, todo bien o todo mal, inteligente o ignorante, superior o inferior, todo o nada). Como sabemos es bastante difícil liberarse de esta forma de pensar; por ejemplo: tomar a lo frío y caliente como contrastes, sin embargo de que a causa de nuestros conocimientos científicos sabemos que en realidad se trata solamente de dos diferencias de temperatura. De esta manera podemos suponer que las personas que se hicieron la costumbre de partir de forma tajante el mundo en dos contrastes, en realidad han mantenido su modo de pensar primario o infantil.”

LA CAUSALIDAD FINALISTA El esquema de apercepción trae consigo líneas directrices a las cuales el niño en su sistemático accionar se guiará y podrá orientar. De esta forma toma implícitamente este niño referencias previas de las relaciones de experiencia ya disponibles. De esta forma la psicología adleriana reconoce o parte de una “causalidad interna”. Éste es el punto de partida de la aspiración finalista. Muchos educadores parten de la base de que el comportamiento de los niños cuidados por ellos, pueden ser atribuidos de forma causal a ciertos rasgos característicos de “bondad” o “maldad”. Así un niño que molesta en la clase, es juzgado de “travieso” o “agresivo”, sin embargo de que esa caracterización puede ser explicada a través de determinados efectos causales: como por ejemplo una agresión potencial heredada, errores traumáticos producidos por la educación en la infancia temprana, la adquisición justificada de modelos de comportamientos agresivos, etc. Por lo tanto el comportamiento específico del niño, que se manifiesta con respecto a sus personas de referencia, puede ser explicado por diferentes “por-que-motivos”, o motivos causales. La psicología adleriana no niega que la pregunta por la determinación del por-qué del comportamiento y actuar humano, abre múltiples posibilidades respecto de la ganancia de conocimiento sobre esto. Además la psicología individual se hace la pregunta sobre la finalidad primaria del para-qué o el hacía-donde de la motivación de los actos o conducta del hombre. La psicología adleriana parte del supuesto de que los del para-qué (causa finalista de la voluntad) del actuar del hombre, es posible de ser entendido de forma bastante certera por los pedagogos y psicólogos. Si nos quedamos del niño que molesta en la clase, el educador tendrá que examinar en este caso que es lo que éste niño intenta alcanzar a través de su comportamiento agresivo, es decir cuál es su intención, en una palabra: cuál es el fin de su acción agresiva. Una respuesta a ésta pregunta del para-qué, se revelará por las consecuencias observadas, creadas por los efectos que exactamente esta acción crea. Así un niño agresivo podría estar persiguiendo sin darse cuenta, el llamar la atención: El educador reaccionará en este caso por lo general con irritación. Sin embargo la agresividad puede también ser una característica importante de una lucha por el poder en la cual el niño persigue el fin de la superioridad: El educador se sentirá en este caso por lo general desafiado o bién confundido. Finalmente un niño que se siente ofendido, desanimado o de modo injustamente maltratado, echará mano igualmente sin darse cuenta a la acción agresiva para ejercitar desquite: En éste caso el educador reaccionará ofendido o con enojo, y estará él mismo propenso a ejercer o tomar medidas de desquite. En todos estos casos se trata del descubrimiento de la finalidad primaria del actuar del niño. Ésta trae un movimiento dinámico en el esquema de apercepción primario que responde al prototipo del estilo de vida individual. Ésta eficacia se conserva también en la mayoría de edad. Sin embargo ella será modificada por la finalidad del esquema de apercepción secundario.

EL ESTILO DE VIDA SOCIAL: EL SISTEMA SECUNDARIO DE REFERENCIAS Dentro del período de la ontogénesis en el cual el estilo individual de vida está todavía en su etapa de gestación, se instituye y establece una adquisición de conocimientos nueva. Esto es transmitido desde los compañeros sociales, es decir desde afuera, hacia el niño. Además las líneas directrices, que dan ayuda y orientación al niño, poseen una mayor multiplicidad y diferenciación a medida que el estado de desarrollo es mayor. Esto está relacionado parcialmente con el arraigo de las capacidades psicomotoras que le posibilitan una expansión considerable en el radio de acción. Por ello, el niño puede acumular experiencias y ordenar funciones de una multitud de objetos que le eran hasta ahora desconocidos. Pero sobre todo, el niño puede ahora tomar parte activamente en la relación con sus prójimos. Esto representa una condición esencial para la participación activa en la vida social. Por otra parte el niño es capaz, aproximadamente al final de su primer año de vida, de comunicarse de forma recíproca y mutua con sus personas de referencia. Él aprende a entender lo que ellos le comunican en forma verbal y también le es posible hacerse entender a través de la comunicación verbal. Esto es un considerable progreso en su desarrollo. En las fases más tempranas de su desarrollo el niño podía comunicar sus necesidades sólo de una manera totalmente elemental e indiferenciada, o sea, llorando o gritando. Este medio de comunicación vocal primario se refinará y mejorará a medida que avance en sus etapas de desarrollo. Con esto el niño crece inmerso dentro del sistema de reglas de comunicación de la lengua social perfectamente definido desde el punto de vista simbólico, gramatical y sintáctico. Esta es una condición decisiva para los efectos de la socialización. En esta relación el adquiere los conocimientos sociales que Adler también los califica de sentido común (Gemeinschaftsgefühl). Esto es una condición indispensable para que en futuro los roles sociales se pueden tomar. Estos conocimientos secundarios adquiridos son organizados en un sistema de referencias nuevo que posee validez universal. Éste contiene esquemas de apercepción, líneas de referencia y planes de acción estratégicos que poseen un contenido de realidad diferente que el sistema de referencia primario. Se trata de contenidos de aprendizaje estructurados, es decir una receta reglada de saber que el niño tiene que tomar en el curso de su socialización para ser integrado en la vida en comunidad. Este sistema de referencia secundario funda el estilo de vida social del hombre respectivo. El sistema de referencia primario que se constituyó a través de la adquisición de saber privado, existe así paralelamente con un sistema de referencia referido a la razón que se estructura lógicamente según la lógica aristotélica. Para explicarlo más sencillamente: el yo-quiero (principio pragmático del estilo de vida individual) se delimita y completa a través del yo-debo (principio normativo del estilo de vida social).

ADIESTRAMIENTO NORMATIVO Y LAS FINALIDADES SECUNDARIAS En el marco de la temprana socialización del niño se transmiten las reglas de comportamiento. Estas normas sociales están fijadas ante todo como reglas exteriores, ordenes, así como sistemas de valor y sistemas de creencias. Los conocimientos de estas normas posibilitan al individuo respectivo un actuar conforme a las solicitudes específicas de la sociedad. Sólo de este modo puede ser garantizada una convivencia entre individuos de una manera óptima. Ellas son incorporadas al esquema secundario de apercepción. Éste esquema de apercepción no sigue al conocido principio pragmático sino el principio normativo. La finalidad social se constituye a través de la “internalización” de las peticiones sociales.

LOS IDEALES SECUNDARIOS Cada individuo se pone, en el marco de su estilo de vida individual (es decir conforme a la finalidad primaria), el objetivo final (ficticio) de una “posición positiva” absoluta. Ese movimiento vertical de la primaria finalidad desde „abajo hacia arriba” es, en el sistema de referencia del estilo de vida (más bien la finalidad secundaria allí integrada), no solamente insignificante, sino más bien se lo interpreta negativamente. Dado que la finalidad secundaria sigue una línea de movimiento horizontal continua que a través de los polos normativos definen un comportamiento absolutamente correcto y un absolutamente falso. Básicamente los ideales secundarios específicos representan puntos finales de una acción, que se ajustan a la realización de una idea abstracta que posee determinados contenidos prosociales. Mientras más lleno de tales ideas esté, más se orientará su comportamiento a los ideales secundarios y de esa forma tendrá por ende menos significancia la finalidad primaria del estilo individual de vida. De ésta forma podemos remitirnos a los fanáticos religiosos y políticos que sin pensar demasiado sobre ello, renuncian a su vida para “servir a una causa más grande que ellos”. Nosotros podemos pensar también en los revolucionarios que renuncian de igual forma a comodidades y seguridades de la vida para vivir los mejores años de su vida en subsuelos, cárceles o destierros. O bien tomar el caso de los terroristas que dan no solamente su vida a cambio de ideales secundarios, sino también llevan consigo también la vida de terceros.

LA CONCIENCIA Esta noción se refiere especialmente a aquellos componentes del esquema de apercepción secundario que poseen un contenido ético y moral. El término de conciencia se usaba frecuentemente en la psicología adleriana temprana frecuentemente. Éste término es en muchos puntos de vista muy parecido al superego. La conciencia es accesible en gran parte a través de la reflexión consciente, dado que sus contenidos específicos son comunicados, en el curso de la socialización a través conceptos transmitidos a través del lenguaje. Por consiguiente la conciencia es esa “voz” proverbial que puede venir en auto-conversaciones desde el interior “al oído”. Este hecho tiene para la psicoterapia un gran significado. Ella puede plantear dudas precisamente en esta relación, sobre lo poco realista e irracional de sus contenidos.

IDENTIFICACIÓN SECUNDARIA Y ASUNCIÓN DE ROLES La capacidad de orientar el comportamiento acorde a normas sociales y seguir respectivamente estas reglas de juego, se adquiere en la etapa posterior de la ontogénesis. Esta capacidad se basa sobre el conocimiento de los fines generales de la acciones conformes a lo social. Quién haya adquirido tal capacidad, estará también en condiciones de anticipar en todo momento las acciones de cualquier persona, es decir de personas también anónimas y considerando el objetivo general de su acción. En este contexto, se utiliza el término de “asunción de un rol”. Éste concepto tematiza la capacidad de asumir y anticipar la acción de otras personas, es decir el anticiparse al desarrollo de una acción típica. Esto sugiere que se está en condiciones de poder predeclarar básicamente lo que un cartero típico, conductor de autobús, padre, camarero etc. generalmente hará antes de que lo haga. Sin embargo el niño no dispone de esta capacidad de generalización. Sólo en las secciones más tardías de su vida, el niño conseguirá responder y adaptarse al accionar de los prójimos, a causa de ciertos aspectos exteriores de estos terceros y sus roles específicos, como también el comportarse de acuerdo a sus condiciones interiores. Esto pertenece al acto de la identificación secundaria. Adler no usó los conceptos de “rol” y “toma de roles”, sino el concepto general de “sentimiento de comunidad”. Teniendo esto en consideración o relacionado con esto es que Adler (Adler. 1928) describe el concepto de identificación secundaria: “La psicología individual puede recurrir a sus resultados, de haber resaltado como hechos del sentimiento de comunidad al entendimiento y la comprensión [...] La identificación es inevitablemente necesaria para llegar a un sentimiento de comunidad. La capacidad de identificación debe ser entrenada y solo puede ser entrenada si uno se cría en relación con los otros y se siente también como parte del todo (p. 224).”

ENFERMEDAD PSÍQUICA COMO CONSECUENCIA DE UN CONFLICTO EN EL ESTILO DE VIDA LA SALUD SÍQUICALOGOTERAPIA La salud síquica existe cuando los dos sistemas de referencia del estilo de vida armonizan el uno con el otro. Bajo esta condición, el principio pragmático se deja conjugar con el principio normativo, de manera que ambos seguirán aproximadamente la misma dirección (línea de movimiento). Este será el caso cuando un hombre consigue integrar su aspiración de seguridad primaria y su aspiración de superación (= finalidad primaria) con el servicio de actividades socialmente útiles (= finalidad secundaria). En este caso ambas finalidades son compatibles la una con la otra. Por lo tanto el estilo de vida individual y el estilo de vida social del hombre respectivo llegan a una síntesis en armonía. Por ende, será una condición totalmente indispensable del “análisis de estilo de vida”, por un lado el diferenciar los avisos primarios de los secundarios, y por el otro lado hacer entendibles o comprensibles sobre todo las maneras de expresión inconscientes de sentido de la “logica del afecto”, y con ello, conscientes.

ENFERMEDAD PSÍQUICA El tener una psique sana significa también entonces el poder ofrecer resistencia a los requerimientos exteriores, cuando éstos juegan el rol de disparadores de sentimientos afectivos negativos, eso significa una producción de sensaciones negativas de desgano, enojo, repugnancia o vergüenza. Sin embargo algunas personas no consiguen esta reacción de resistencia. La finalidad secundaria del estilo de vida social, evitadora del conflicto, motiva a estas personas a decir “si”, cuando en realidad su necesidad era la de “decir que no” (finalidad primaria). Esto produce un conflicto interno: La síntesis armónica-compensada entre las finalidades primarias y secundarias se rompe, no se da más la compatibilidad entre el sistema individual y el sistema de referencia social. La oposición resultante provoca una “ambivalencia” (Bleuler) en la finalidad del estilo de vida individual y social. Si tomamos esto en consideración y observamos a los hombres “lábiles”, “inseguros” y de un “yo-débil”, que se los puede considerar el prototipo del neurótico: éste hombre está “desgarrado interiormente”, porque él está constantemente vacilando entre el polo de la satisfacción de necesidades individuales y el polo de la realización de deberes socialmente exigidos sin poder fabricarse una síntesis estable. Este hombre no debe ser mirado ni como una en personalidad tranquila y consolidada ni como su “antípoda” inconstante e irresponsable, que acciona de manera parcial y siguiendo un principio egoísta. Este opuesto es el prototipo del “psicópata” que está caracterizado por un déficit social específico, esto significa posee una marcada debilidad del estilo de vida social. Este tipo es descrito en la literatura especializada clínica también como “personalidad anormal/anti-social” o sea con un trastorno de personalidad.

EL CONCEPTO DE NEUROSIS DESDE LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL Desde la perspectiva adleriana el neurótico se caracteriza por una consideración social extrema, conformidad con roles asignados y escrúpulos morales. (Se habla en esta relación también de una “super-socialización” que corresponde a un exceso de peso del estilo de vida social). Por lo tanto el neurótico tiene la necesidad de hacer “todo perfecto” y el evitar a toda costa los errores. Más aún, el neurótico tiende a poseer extremados remordimientos y pudores, auto-reproches y sensaciones de inferioridad. Su radio de acción se reduce por su timidez escrupulosa, de manera que él falla paradójicamente precisamente allí dónde él quisiera “ser muy bueno”, o sea, en el área de la realización de deberes socialmente necesarios. Y debido a que él abarca permanentemente demasiado por su perfeccionismo ético, falla también en la vida de comunidad. Esta “inferioridad social” provoca a menudo una miedosa inseguridad que estimula el evitar, el retirarse o hacerse a un lado del “escenario bélico principal de la vida” (Adler). El fin de esta tendencia de retirada es la certeza de “un lugar de observación al costado del escenario principal de los sucesos” aislado en el cual las peticiones de los objetivos de la vida (tareas de la vida) son mucho menores o bién los efectos son más débiles.

EL ARREGLO NEURÓTICO El arreglo neurótico recurre a medios estratégicos del estilo de vida individual. Con ésto son utilizadas estrategias regresivas y respectivamente defensivas que se han acreditado o generado ya en la infancia temprana. Se trata de un modelo de reacción latente que fue utilizado y surgió en fases tempranas de la biografía, el atenuar o suavizar una carga emocional fuerte y seria a través de un arreglo de síntomas. A éste modelo de reacción se recurrirá siempre en el curso de la biografía sin darse cuenta, cuando el hombre respectivo se sienta demasiado exigido en la vida real, él no puede sacar sin embargo de ello “por causas de conciencia” ninguna consecuencia correspondiente. La regresión al sistema de orientación primario sucede en la neurosis, porque el paciente tiene miedo al salto en la realidad actual. La razón es que este hombre ha tenido antes, malas experiencias con exactamente esta realidad. Sin embargo él no ha fracasado en ésta realidad por haber dominado poco las “reglas de juego”. Todo lo contrario, éste fracaso se ha producido a menudo porque el neurotico está empeñado por lo general “obstinadamente” en seguir todos los imperativos normativos interiorizados en su conciencia de socialidad de una manera perfeccionista. Para poder justificar esta retirada a su propia conciencia, el neurótico necesita de una causa que actúa al mismo tiempo como justificación y respectivamente de disculpa. Esto es posibilitado por el efecto inhibidor de los síntomas específicos síquicos y psicosomáticos. Con ésta sintomatología el paciente se crea sin darse cuenta un arreglo neurótico que lleva – al menos momentánea y provisionalmente – a una disolución del conflicto interior. Con ello, el arreglo neurótico parece ante todo producir una sensación de alivio y por poco tiempo estabilizarse, pudiendo esto ser interpretado como un recurso defensivo. ¡Dado que de ésta forma, bajo el arreglo neurótico, el paciente (a causa de su enfermedad!) puede evadir a las peticiones de los objetivos de la vida (tareas de la vida) – y con eso evitar también los escrupulosos auto-reproches de su conciencia! Es decir que una síntesis provisional de contrastes ambivalentes en el estilo de vida es fabricado a través de medios patológicos. El conflicto entre los principios pragmáticos y normativos es reparado en un principio, de una “lucha interior” se hace un “armisticio por causas de enfermedad”.

EL SENTIDO DE LOS SÍNTOMAS En las fases tempranas de la ontogénesis, el hombre tiene que recurrir exclusivamente a medios de expresión totalmente concretos para comunicar sensaciones emocionales (negativas). Este modo de comunicación elemental es reactivado en el curso de las regresiones neuróticas y psicóticas como un síntoma específico que debe ser entendido no sólo como “señal de una enfermedad”, sino siempre también como “expresión” de la vivencia de una situación subjetiva de emergencia. No querer tomar nota de este “mudo grito de ayuda”, es decir el intentar de “sacarlo mediante terapia”, sería según la comprensión de la psicológia adleriana, un grueso error. De ello se produciria una alteración más o menos duradera de la relación terapéutica. El paciente mismo, que vive sus síntomas en cierto modo como la marca de Caín, ya ha hecho de todo para lograr liberarse de ellos. Sin embargo esta “lucha contra el síntoma” ha creado aquel fatal “círculo vicioso” que de manera paradójica contribuyen a perpetuar los síntomas. Así, el terapeuta no puede dejar de intentar todo, en el intento de debilitar las objeciones pseudo-racionales del paciente contra sus propios síntomas. El terapeuta estimula el tomar distancia del efecto autocrítico de un (auto)agresivo esquema modelo de comportamiento de la conciencia (adiestramiento), que permite a crear aquel espacio libre que solo asi permitirá en general una nueva valoración emocional de los sintomas por parte del paciente.

II. FRANKL Y LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL: OBSERVACIONES A LA CONVERGENCIA DE DOS ESCUELAS VIENESAS DE LA PSICOTERAPIA La biografía científica de Viktor E. Frankl en sus orígenes, está bastante enraizada en la psicología profunda vienesa de los años veinte. Sin embargo Frankl desde épocas tempranas criticaba la psicología profunda. Esto llevaría a un distanciamiento entre el psicoanálisis y la psicología individual. Con ello Frankl abrió un nuevo camino que finalmente traería consigo o generaría el nacimiento de la logoterapia. Al mismo tiempo él le señalaba a la psicoterapia una dirección sobre la cual ésta se mueve sin duda alguna, desde ésta época. En este estudio se debe mostrar, con el ejemplo del “Alfred Adler tardío”, adónde éste nuevo camino puede llevar a la psicoterapia. Desde mediados de los años veinte de nuestro siglo la estructura teórica del psicoanálisis y psicología individual, ambas las primeras escuelas vienesas de la psicoterapia, ya estaban en gran parte erigidas. Freud ya había entretanto relativizado el original postulado del “primado de la pulsión sexual”. En el curso de su visión pesimista del mundo, él le asignaba a la denominada por él “pulsión de muerte”, un significado cada vez más esencial en el comportamiento humano. Con esto Freud había encontrado en cierto modo la conexión con Adler que años antes, en el tiempo en que todavía trabajaban juntos, había postulado una “pulsión de agresión” (conf. Titze, en 1984 b). Sin embargo, Adler se distanciaría de ésta posición psicológica de pulsión durante los años posteriores a la primera guerra mundial: En el curso de una revisión radical de borradores biologísticos y psicológicos de su propia fase psicoanalítica temprana, lograría el proyecto de una “psicología profunda humanista” (conf. Titze, en 1983; en 1985), que claramente se arraiga en el área de la psicología. Ahora la pulsión de agresión original se convertiría más bien en “voluntad de poder”. La “pulsión de validez” se volvería en “ansias o aspiración de superioridad. Frankl (1925) ? en su tiempo como un psicólogo individual active ? describió esto problema por primera vez. Ahora la libertad de decisión era adjudicada al hombre mismo para determinar la dirección de su propia aspiración (conf. Titze, 1984a).

LOS PRIMEROS CONTACTOS DE FRANKL CON LA PSICOLOGÍA PROFUNDA En esta fase temprana, Viktor Frankl lindaba necesariamente con Freud y Adler: ¡Quién habría podido mantenerse apartado de la influencia de la psicología profunda en la Viena de entonces! Frankl ya en su temprana juventud había desarrollado un formado interés por los problemas filosóficos y psicológicos. Y los móviles subyacentes eran del tipo más bien pragmático. Nosotros sabemos que Alfred Adler ya en la niñez más temprana había tomado la decisión de convertirse en médico. El creía que a través de ello podría resistir a la muerte. Ya de niño también a Viktor Frankl lo oprimía la pregunta de “si el carácter efímero de la vida anula su sentido” (Frankl, en 1973, pág. 178). Sin embargo ¿para un médico orientado científicamente, “Físico” en un sentido ateo, debía ésta pregunta ser respondida en el sentido tradicional? Debido a esto, el joven Viktor Frankl comenzó desde tiempo antes a estudiar medicina, y a ocuparse de un área de conocimientos que sobrepasaba e iba más allá del objeto verdadero de las ciencias naturales. Esto es lo que Frankl más tarde denominaría »dimensión noética«, es decir estado intelectual en los cuales se trata de aquellos »fenómenos humanos específicos« a los cuales precisamente la filosofía se ha ocupado desde siempre. Frankl se dedicaba, ya como alumno de nivel medio, al estudio de la filosofía y la psicología, visitando cursos en la “Volkshochschule” (una especie de escuela superior popular) que eran dictados por profesionales de la psicología profunda vienesa, y convertía tales conocimientos ganados en propia productividad, cuyos resultados de algunos trabajos se encontraban en una zona fronteriza entre la filosofía y la psicología. A la edad de 16 años, Frankl mantuvo un largo intercambio de correspondencia con Freud, que conduciría finalmente a uno de los trabajos tempranos de Frankl (Frankl, 1924) publicados en la “revista internacional para psicoanálisis” (conf. Frankl, 1973, pág. 180). Sin embargo, Frankl no se quedaría durante mucho tiempo en la área de influencia del psicoanálisis, que para él se había arraigado demasiado en las “dimensiones más profundas” (conf. Frankl, 1984, pág. 119) de la existencia humana. En Viena, la ciudad natal de la psicología profunda, era casi inevitable encontrarse ante la alternativas de “Freud o Adler” (Frankl, 1973, pág. 183). Frankl se decidiría por Adler dado que él observaba desde un “punto de vista más amplio” que Freud (Frankl, 1938, pág. 35). En razón de que el psicoanálisis, así Frankl explicaría más tarde, “exige la adaptación con su principio realista de la capacidad de pulsión a la realidad, la psicología individual sin embargo exige en cambio ya la conformación o configuración de esta realidad” (ibid). Adler ha ejecutado en el área de la psicología una vuelta, en cuya consecuencia no habría sido más posible mirar al hombre de una manera reduccionista como » producto prisionero de pulsiones« (Frankl, 1970, pág. 12). Más bien Adler ha atribuido a las pulsiones e instintos, el significado de ser solo un “material” del cual el hombre cada vez puede servirse, para expresar su forma de ser (“Sosein” en alemán) específica (conf. Frankl, 1984).

FRANKL COMO PSICÓLOGO INDIVIDUAL En 1924 Frankl se sumaba a la “Asociación Vienesa para la Psicología Individual”. A pesar de su juventud él realizaba activamente las más diversas actividades, publicaba en la “revista internacional para psicología individual” (conf. Frankl, 1925, 1926), era editor de la revista psicológica individual “El hombre en la vida diaria”, y profesor de psicohigiene en la universidad popular vienesa. En 1926 él sostenía en “3 congresos internacionales de psicología individual” una ponencia principal y una introducción. Pero Frankl no fue en el verdadero sentido un “Adleriano” desde el principio. Determinante para su decisión de no hacerse miembro de la reunión psicoanalítica de Viena fue como ya vimos, su interés fundamental en planteamientos filosóficos y soluciones de problemas. Por eso, era totalmente natural que él representaba consecuentemente también la “posición antropológica” y precisamente durante los años de su colaboración con Adler. Con esto él buscaba, y llegaría a encontrar la conexión con los representantes más distinguidos de esta posición en las filas de la psicología individual de entonces. Éstos fueron Rudolf Allers y Oswald Schwarz. Ambos llamados por Frankl (conf. en 1973, pág. 186) como sus profesores. Frankl miraba a Allers como el fundador de la “terapia personalista”, y a él, siempre se referiría en sus escritos (conf. Frankl, en 1964). Finalmente, juntos con Allers y Schwarz, él tendría que abandonar en 1927 el “club” de los psicólogos individuales (conf. Frankl, en 1973, pág. 186; en 1984, pág. 120). Esto se correspondía a la expresa consigna de Adler. ¿Cómo se veía Frankl a sí mismo en sus “años de la psicología individual?” Ante el “15 congreso internacional de psicología individual” explicaría esto: “Ahora doy por sentado que ya en medio de mi fase de desarrollo en la psicología individual, anuncié mis dudas respecto de la doctrina de neurosis de Adler&Mac226; que apuntaban/tendían a una restricción de su validez. Eso fue en 1926. En 1927 abogaba/insistía por una expansión del edificio de pensamiento individual psicológico, es decir principalmente, o permítanme expresarlo inmediatamente, en un sentido dimensional. Me parecía que hasta entonces la psicología individual no se resistía totalmente a la tentación del psicologismo, es decir a una forma de reduccionismo. Y en mi opinión el reduccionismo conlleva a un descuido de la estructura multidimensional de la existencia humana” (Frankl, en 1984, pág. 119). Estas nociones o postulados serán a continuación aclarados: la crítica más temprana de Frankl a la psicología individual, apuntaba al postulado de Adler que los síntomas neuróticos son “arreglos/acuerdos” inconscientes que sirven como medios de protección de una autoestima (valor propio de sí mismo) amenazada. En 1927, en el segundo congreso internacional de psicología individual, Frankl relativizó esta absolutización del significado instrumental del síntoma neurótico, en el que indicaba su aspecto expresivo. Por consiguiente el síntoma fue no sólo el medio, sino siempre también expresión/exteriorización de la situación básica del estado existencial del hombre (conf. Frankl, en 1973, pág. 84, en 1946, en 1975, pág. 163). Con eso Frankl comenzaba ya aquella “vuelta analítica a la existencia”, que sería desarrollada por él consecuentemente durante los años subsiguientes, y que encontraría una definición y exposición definitiva (conf. Frankl, en 1938) directamente al comienzo de la segunda guerra mundial. Con esto seguramente Allers y Schwarz cumplieron una especie de función de mediadores para el joven Frankl, sin embargo los representantes antropólogo y fenomenológicos modernos podrían haber sido guías también, particularmente Nicolai Hartmann y Max Scheler (conf. Kovacs, en 1982).

En todo caso, en una mirada retroactiva se puede decir que las aceptaciones básicas antropológicas, como acaso las formuló Scheler en sus obras “El formalismo en la ética y la ética material de los valores” y “El puesto del hombre en el cosmos”, han actuado de forma causal y dejaron su impronta ? sobre la corrección ontológicamente dimensional de la psicología vienesa profunda a través de Frankl. Según Scheler el hombre no es, ni desde lo biológico, ni desde lo psicológico: “humano” en sentido específico. Aquí en principio él no se distingue especialmente de los animales más altamente desarrollados, sino sólo gradualmente. Ni la inteligencia, la imaginación, la memoria o el uso de herramientas son lo que motivan la diferencia esencial de naturaleza entre el hombre y los animales. Decisivo es más bien un principio que es exclusivamente propio del hombre, y es la potencial capacidad de separarse de las ataduras de lo físico y la psique para distanciarse del mundo, y el abstraerse, distanciarse de sí mismo, y generar en un modo de libertad interior una opinión imparcial del mundo. Es éste principio el que Scheler ha llamado el “espíritu”. Frankl abrazaba con entusiasmo ésta idea, dado que ella era sumamente adecuada para someter a una revisión fundamental a las reduccionistas y “pandeterministas” imágenes humanas de la psicología profunda clásica. Esto concernía natural y especialmente al psicoanálisis que en el fondo parte de que el hombre “no es más que nada un producto de sus instintos y pulsiones”. Sin embargo después de Frankl la realidad ontológica revela que los “impulsos en sí” nunca salen a la luz en las personas. Siempre ellos están o bien ya afirmados, o negados; siempre el hombre ha establecido una posición respecto a ellos y a través de ellos. Por ende, el “hombre incondicionado” (Frankl) tiene las pulsiones a su disposición: “El hombre tiene pulsiones, pero las pulsiones no lo determinan/no lo tienen a él. Él hace algo de las pulsiones, sin embargo las pulsiones no lo forman. Y dónde fuere necesario, el hombre debe aceptar o afirmar su pulsión; pero yo no puedo afirmar nada, sin que previamente se me hubiera dado una libertad de también poder responder negativamente. Y reconocer esta libertad es lo que importa” (Frankl, en 1975 a, pág. 208). Frankl sometía también a una crítica básicamente parecida a la psicología individual. Si bien él calculaba ésta, frente al psicoanálisis, como “secundaria” (conf. Frankl, en 1938, pág. 35). Sin embargo él le concedió mucho tiempo a la psicología individual, que también se sostenía igualmente en un modelo de motivación determinista. Si bien Adler había superado en este sentido el pensamiento fatalista sometido al principio de causa-efficiens (principio de causa eficiente) de Freud, cuando él le adjudicaba al hombre la capacidad de formarse sus propias opiniones, como así también de elegir sus propias metas. Sin embargo la libertad de decisión considerada en este sentido sólo limitada, cuando estas opiniones y metas fueron establecidas en la infancia temprana, y para determinar en adelante el “estilo de vida” del hombre respectivo. Con eso la psicología individual se convierte después de Frankl igualmente en un modelo de motivación determinista, aunque éste se relativice absolutamente en el sentido del principio de causa final y respectivamente se ve “emblandecido” (conf. Ansbacher y Ansbacher, en 1982, pág. 102). Ahí donde el psicoanálisis ve al hombre condicionado por las pulsiones, la Psicología Individual lo entiende como liberado. La posibilidad real de libertad de decisión, de la cual el hombre es básicamente capaz a causa de su espiritualidad, permanece con ello no considerada en lo esencial. Para Frankl el problema de motivación de la acción humana debe ser resuelto exactamente teniendo en cuenta la “dimensión noética”, es decir realmente satisfacer el escalón superior del existencialismo humano. Aquí nace para Frankl la “voluntad de sentido” frente a “la voluntad de intención” freudianas, y las “voluntades de poder” adlerianas, que en cierto modo generan/forman la fuerza de motivación de la existencia humana. Dado que la efectiva generación de una “fuerza o capacidad de resistencia del espíritu” le posibilita a la persona de este modo liberarse primero de las fronteras de las “dimensiones más bajas” de su psicologismo, y de ésa forma lograr una “transcendental” liberación de fuerzas compulsivas deterministas. Con ello Frankl había llegado a un punto, que Adler en aquel momento no podía aceptar. Las causas posibles para este rechazo, que conllevarían finalmente a la exclusión de Frankl de la asociación individual psicológica, deben ser discutidas a continuación de forma más detallada. Sin embargo desde un punto de vista actual se puede constatar que la discordancia respecto de estos puntos de vista debería haber sido relativizada absolutamente. Influyentes psicólogos individuales de aquel tiempo habían comenzado a acercarse a la posición antropológica aquí expuesta. Así Erwin Wexberg en una disertación aparecida en 1928 sobre la psicología individual había tomado particularmente no sólo referencia en Frankl a la interpretación expresivista del acontecimiento sintomático (conf. Wexberg, en 1928, en 1974, pág. 34) sino también en aspectos esenciales de la ontología dimensional (ibidem, pág. 19ff). Además, Fritz Künkel comenzaba a ocuparse en el mismo período con detenimiento del problema de la auto-trascendencia en el marco de su borrador “conceptual“. Sin embargo entre Adler y Frankl se produciría una desavenencia intransigente. El trasfondo será a continuación aclarado más detenidamente.

LA BIFURCACIÓN ENTRE LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL Y LA LOGOTERAPIA ¿Habría Frankl tratado de desarrollar un sistema psicológico independiente, una escuela psicoterapéutica, si dentro de la psicología individual de los años veinte no se hubiera dado la desastrosa tendencia, de desviarse/apartarse en sus propias opiniones de la “doctrina pura”? La psicología individual debe finalmente su propio origen paradójicamente, exactamente a esto. Dado que Alfred Adler fue él mismo, como “uno de los primeros psicoanalistas”, un “disidente” que Freud no podía tolerar. Algo parecido ocurrió con una multitud de otros psicoanalistas (p. ej., Jung, Stekel, Reich y los llamados Neoanaliticos). Todos ellos figuraban sin excepción entre las muy creativas personalidades que ? no puede decirse de otra manera ? sólo la separación de la ortodoxia, ofreció la posibilidad de abrir nuevos horizontes a la psicoterapia. Tampoco ocurriría de otra manera con los “disidentes” dentro de la psicología individual, con esto puede haberse tratado de Allers, Schwarz o también Fritz Künkel, el fundador de la psicología-del-nosotros. Sin embargo la lista de todos estos nombres estaría totalmente incompleta, si no fuera nombrado también Frankl, para el cual sin embargo, son válidas algunas restricciones: Por un lado, Frankl había tenido todavía apenas la ocasión, al momento de su separación de la “Asociación vienesa de Psicología Individual”, de construir una posición independiente y que básicamente lo distinga del punto de vista de Adler. Él era sencillamente demasiado joven, estaba todavía totalmente al principio de su carrera profesional científica. Por otro lado por ejemplo él abandonaba, ? al contrario de Künkel ? muy a disgusto e involuntariamente la asociación de Adler. Respecto de esto explicaba Frankl lo siguiente: “Por desgracia no ha sido exitosa mi pretensión de incluir la ontología dimensional de modo metódico y consciente en las bases antropológicas de la psicología individual. Cuando Rudolf Allers y Oswald Schwarz anunciaban en el marco de conferencias su renuncia a la Asociación vienesa de Psicología Individual en 1927, Adler me pedía expressis verbis que tome la palabra como primer exponente o conferencista. Hice esto, exterioricé y sometí a discusión mis propias reservas. Sin embargo aclaraba también expresamente que no veía ninguna razón para renunciar de igual forma mi pertenencia, después de que no se me permitió a mí convencer a Adler. Más bien él me sugirió en reiteradas ocasiones la renuncia, y cuando hice caso omiso a tal, fui excluido” (Frankl 1984, pág. 120). Frankl no era excluido de la “Asociación vienesa de Psicología Individual”, porque él habría desarrollado ya un sistema teórico propio (Si bien esto en realidad se produciría recién poco tiempo antes de la segunda guerra mundial). Más bien esto ocurría porque él se declaraba partidario públicamente de las posiciones antropológicas, que Rudolf Allers junto con Oswald Schwarz representaban. Esta posición, desde cuya perspectiva la psicología de Adler aparecía como psicologística y sociologista, eran en aquel momento sin duda no poco peligroso para una psicología individual que quería mantenerse como siempre ligada de modo profundo a las premisas generales del psicoanálisis o psicología profunda. Adler se esforzaba por definir la psicología individual como una psicología cuya tarea verdadera es el tratamiento y la prevención/profilaxis de desarrollos defectuosos psicopatológicos, y respectivamente disposiciones psicológicas defectuosas o de postura defectuosa. Con esto, el objeto de tal psicoterapia estaba dado primariamente dentro de la integridad psicofísica del individuo. En este sentido no sólo Freud, sino también Adler, habían allanado el terreno de la psicoterapia. Con esto sin duda alguna, Adler avanzó aún más firmemente que Freud, que de hecho ponderaba el significado de los aspectos biológicos y físicos del „aparato mental” de forma más elevada que el fundador de la psicología individual, que relativizaba fuertemente el significado, ya al final, del abandono de su teoría de la inferioridad de lo orgánico, de la dimensión somática frente a los fenómenos solamente entendibles psicológicamente de la vida humana (conf. Titze, 1984a). Más tarde Adler con la formulación de su teoría del “compañerismo” trascendería en este sentido éste marco intrafísico cuando él indicaba - también y precisamente - la importancia de las condiciones intersíquicas, es decir sociales, en relación al suceso neurótico. Sin embargo Adler al momento de la discrepancia, rechazaba todos los intentos de discusión con Allers y Schwarz, y un poco más tarde también con Künkel, respecto de dejar ingresar específicos modelos filosóficos en la psicología individual. Éste debía quedarse - y Adler luchaba apasionadamente por ello - como un sistema psicológico (profundo), cuyo ámbito de aplicación estaría definido por la subjetividad (dado que era específico y personal del hombre). Cada intento de saltar estos marcos para llegar a la dimensión de las relaciones metafísicas y transpersonales, de esta subjetividad concreta o bien trascendente inter-subjetividad, tenía que aparecérsele a Adler como fatal en aquel entonces. No podemos olvidar, que la psicología individual en 1926 podía mirar atrás sólo unos 14 años de historia de evolución, interrumpida además durante cuatro años por la guerra. En este período no sólo estuvo abandonada ella misma, sino que también el psicoanálisis se sometía a intensas resistencias por parte de la enseñanza de medicina establecida. Así Freud fue durante décadas profesor de la cátedra en Viena. Adler intentaba de ganar la habilitación académica con su obra principal »Sobre el carácter nervioso«, pero fue rebatido por el presidente de la comisión de nombramiento, el psiquiatra Wagner-Jauregg, con la fundamentación de que no se trataba de ninguna contribución de investigación médica, sino más bien de una obra literaria. Quién lea las observaciones correspondientes a Adler en esta refutación en el prólogo de la tercer tirada de su “Sobre el carácter neurótico”, podrá fácilmente darse cuenta, que gran golpe tiene que haber sido ello para él (conf. Adler, en 1972). ¿Resulta extraño que Adler reaccionaba precisamente en este período sumamente alérgico a todos los intentos de llevar la psicología individual aún más lejos en aquella dirección, en la cual un científico incluiría finalmente a la metafísica y religión? Exactamente este temor queda de manifiesto también en un trabajo de Ferdinand Birnbaum que era recién publicado en 1947. En este estudio, en el cual la logoterapia es comparada con la psicología individual, Birnbaum indica que los temas antropológicos (en los cuales como se sabe, el Adler tardío también recurre expresamente) para algunos críticos posee un carácter “para-religioso”. Birnbaum también resalta la valentía de usar tales “nociones teístas” como Frankl lo hizo. Si bien, Adler también ha hablado del “sentido de la vida”, pero con esto él tenía en vista un “tipo de la ley natural”. Esto sería una ley que está relacionada con el hecho humano de la convivencia, como componente del universo biológico en su totalidad. Frente a eso, es muy problemático resolver enfoques del problema existencial psicológicos semejantes, completamente fuera del marco de referencia de la legalidad biológica y ? como Frankl lo ha hecho ? tomar una “posición para-religiosa” que llevaría por último, a que ante respuestas filosóficas-existenciales, le serían dadas al paciente respuestas existenciales-psicológicas. Uno no puede liberarse, en los estudios de esta consideración, de la impresión de que a Birnbaum la preocupación fundamental (fundamental concern) de Frankl le parece muy aceptable. Expresamente él declara que la obra de Frankl debe ser considerada como un precioso complemento a los estudios de Adler sobre el “Sentido de la vida”. Lo que en cambio Birnbaum encuentra evidentemente dudoso (y por ello, lo somete a una crítica de ningún modo amistosa), es la inclusión a la llamada por el intransigente dimensión noética de Frankl en el área de objeto de la psicoterapia. De esta dimensión, dentro de la cual puede constituirse un tipo específico de neurosis (Noógena), puede ser dominado sólo con un instrumental antropológico filosófico, que tiene como intención el legitimar un tipo de »asistencia espiritual médica« para Frankl. Esta área trasciende expresamente a las relaciones concretas del terreno tradicional de la psicoterapia, o sea, de la Psicofísica (Psychophysikums). „Él-esto” es - y esto es un giro en Adler que se lee todo el tiempo en su obra tardía »El sentido de la vida« - una sub specie aeternitatis que se refería a relaciones últimas (definitivas), a las cuales el hombre intencionalmente podría inclinarse o volverse. Adler tuvo una absoluta y justificada timidez en 1926 de llamar a tales cosas abiertamente por su nombre, y es así que se produjo un amplio cambio de ajuste durante los años treinta. Ahora en su último periodo de creación, Adler se volvía en creciente medida y de modo pronunciado hacia enfoques y problemas antropológicos. Quién por ejemplo lea atentamente sus obras tardías “La religión y la psicología individual”, “El sentido de la vida” y “What Life Should Mean to You”, podrá fácilmente darse cuenta, qué nuevos horizontes de la psicología individual están allí abiertos! Ahora sobre la base de la sistemática psicológica profunda “clásica” original de la psicología individual, Adler erige una “Superficie o sobre-construcción” existencial psicológica, que debe ser mirada como prototipo de todas las direcciones psicoterapéuticas que son llamadas desde Abraham Maslow y Charlotte Bühler como la “tercera fuerza en la psicoterapia” (y respectivamente son clasificados como movimiento colectivo de la “psicología humanística”; conf. Titze, en 1983). Por lo tanto la psicología de Adler se ha desarrollado consecuentemente en una dirección que fue previsible durante los años veinte - para formularlo de forma general - de los “disidentes antropológicos” Allers, Schwarz, Künkel y sobre todo también Frankl. Así, podría ser establecida la tesis siguiente: los denominados “disidentes antropológicos” en la psicología individual de los años veinte, partían exactamente de aquellas condiciones teóricas de conocimiento que también el fundador de la psicología individual en su último periodo de creación, había determinado como propias. En lo ahora concerniente a Viktor Frankl, éste llegaba por caminos propios y con medios metódicos originales a sus conocimientos existenciales analíticos. Sin embargo éstas coinciden por su parte en su declaración fundamental, con los resultados del “Adler tardío”. Esto debe ser ilustrado y justificado a continuación.

LA “AUTO-TRASCENDENCIA” Finalmente la dimensión ontológica de Frankl culmina en la tesis que no son los componentes objetivizados u objetivos de la naturaleza del hombre los que crean o determinan su persona/su forma de ser única (“Sosein” en alemán). La persona más bien es función de una espiritualidad que se deja nunca objetivizar. Ella es ? en el sentido de Husserl ? el lugar “de y para una subjetividad pura”, y con eso el marco para aquél proceso activo regente y/o gobernante de la formación de opinión personal y de decisión que resultan del ajuste fundamental, actitud típica del hombre respectivo frente a su mundo y a su vida. Cada hombre se hace o forma ? en otras palabras ? su propia e inconfundible imagen de los objetos animados y no animados existentes ante él (de forma pasiva) de éste mundo. Por ello y de ésta manera, éstos objetos son cuasi-subjetivizados. Sin embargo todos estos procesos no pueden ser explicados en el marco de referencia biologístico de “reflexólogos” (Reflexologen en alemán) y conductistas o “comportamentistas” (behaviorists en ingles), y respectivamente, la normativa causalidad objetiva que allí se considera. Ellas son, justamente, funciones de la espiritualidad subjetiva del hombre y la libertad de decisión creativa demostrable sólo dentro de ésta dimensión. También, y precisamente en esta relación, puede constatarse de nuevo una estrecha afinidad de puntos de vista entre la psicología individual y la logoterapia. Con esto, las concepciones de Adler pueden ser puestas junto a las de Frankl, de manera que ellos se completen y delimiten. Así lo explica Frankl (1971, pág. 64): “Ya Alfred Adler solía decir: las experiencias hacen al hombre, y con ello, que depende del hombre “si es que” (en el sentido condicional), y cómo él puede ser influido en general por el medio ambiente” Con Adler (que explica: “El alma no es ningún ser, sino un deber ser”; en 1982, pág. 33), Frankl parte de que sólo el hombre ante las múltiples contrariedades de ésta vida puede existir, y que él sabe, para que se toma el penoso trabajo y las penas para sí. Esta es una forma de la motivación, denominada por Adler - en el marco del modelo de causa finalis - como teleológica y respectivamente final. Frankl habla - siguiendo el ejemplo de Brentano y Husserl (conf. en 1968, pág. 87f.) - de intencionalidad. Esta motivación es capaz de estimular al hombre y hacerla más sostenible, potencialmente más capaz, que las pulsiones e instintos colocados en él (en el sentido causalista). Por eso explica Adler (en 1933, 1973, pág. 21): “Un hombre no sabría comenzar nada con sí mismo, mientras él no esté dirigido o encaminado hacia una meta posterior. Nosotros no tenemos la capacidad de pensar, sentir, actuar, sin que nos dirijamos a una meta. Dado que todas las causalidades no le serían suficientes a un organismo para dominar el caos del futuro y evitar la falta de un plan, de cuya tal seríamos una víctima... Sólo lo inanimado obedece a un causalidad reconocible. La vida es sin embargo un 'poder ser'“. Y de manera totalmente correspondiente la logoterapia parte también de una teleología fundamental, es decir de una intencionalidad en la conducta de vida del hombre: “A la naturaleza del hombre le pertenece el orden-y el estar centrado, ya sea a algo, a alguien, a una idea o a una persona” (Frankl, en 1972, pág. 416). “Porque es sólo la intencionalidad, la asignación y la orientación intencional a objetos como objetos propios, los que determinan en general un sujeto mismo como sujeto. Los objetos intencionales actúan también y precisamente como motivos y móviles. Tan pronto como lo dejamos fuera de la atención, no puede haber más para nosotros una motivación real, sino solamente procesos que condicionan” (Frankl, en 1979, pág.59). La logoterapia parte de que el hombre puede actuar, a pesar de sus instintos y potenciales pulsiones, según sus intenciones específicas. (Adler hablaría en esta relación de “metas” y “líneas rectoras/directrices”). Lo demuestran con frecuencia justo personas en situaciones extremas de manera conmovedora, en que ellos saben guardar - a pesar de todos los sufrimientos, privaciones y amenazas-, y mantener su “libertad interior”, sus ideales y valores, a los que ellos están ajustados intencionalmente. Así personas libremente a causa de convicciones políticas o acaso religiosas, pasan hambre hasta la muerte o se prenden fuego vivos ellos mismos; y son de una manera impresionante un certificado de la “capacidad y fuerza de obstinación del espíritu”, que sobrepasa en éste caso el impulso de comer para sobrevivir, y aun el de la propia conservación. Dado que en éste sentido la intencionalidad es especifica de la dimensión noética (¡porque el hombre es capaz de intentarlo exactamente sólo a causa de su espiritualidad!), ella es también un fenómeno específicamente humano. Para poder ejecutar sin embargo éste acto, sin duda alguna “de gran valor” de orientación a un objeto, a una cosa, es condición que el hombre debe trascender la dimensión biológica y psicológica de su ser. Él tiene que apartarse de sí mismo para volverse hacia aquella cosa que es la meta de su intención. Por consiguiente el acto intencional prioriza la capacidad de prescindir de la inmediatez del sí mismo, para poder volverse hacia un área que transcienda esa inmediatez. Esto es, aquellas áreas que contienen las metas, las tareas, los valores y los ideales a los cuales el hombre respectivo adapta su accionar. Por lo tanto un rasgo característico de la existencia humana es… su trascendencia. Es decir, el hombre transciende no solo a su medio ambiente que lo rodea, al mundo (y a un mundo superior o supra-mundo), sino también a su ser y deber ser. Sin embargo siempre cuando el hombre se supera de esa forma, se eleva a sí mismo sobre su psico-físico propio (Psychophysikum), él abandona el nivel de lo somático y lo psíquico, y entra en el espacio de lo humano en realidad, que está constituido por la nueva dimensión noética, la dimensión de lo intelectual (Frankl, en 1960, Conf.177f.). En razón de tal “auto-trascendencia”, tal “trascender e ir más allá”, por sobre una cosa o una persona, le asigna la capacidad de ser “humano” en el verdadero sentido. Sólo aquí, en el ámbito de aplicación específica de fenómenos humanos, es posible o capaz de cumplirse el llamado sentido de la vida. Expresamente Frankl (1956, 1975, pág.178) remite en ésta relación a Scheler, quien ve como condición real a una autorealización, la entrega completa, un “completo perderse” a una cosa. El hecho de que también la psicología individual parte expresa, total y exactamente de ésta concepción, no es siempre sabido. Así, ya en 1914 Adler había utilizado la noción de la “objetividad” y lo ponía en el sentido de opuesto a “personal” (conf. Adler, 1933, 1973, pág.28). Por lo demás su “teoría del compañerismo” tematiza dos aspectos que se fundan básicamente: por un lado en la solidaridad y fraternidad con los prójimos, y por el otro lado en la disposición de hacer obras útiles “sólo por el hecho de hacerlas” (conf. Ansbacher 1981). Por eso Wolfgang Metzger indica que “las nociones de la distracción, de retrotraerse y sumergirse en una obra, y la identificación con ella” están disponibles en Adler en un sentido acorde. Y él sigue explicando: “El sentimiento de compañerismo puede ser entendido aquí también como un caso especial de una aspiración de perfección objetiva (más allá de lo subjetivo) a hacer, es decir, como un sentimiento o sensación de hacer lo que es mejor para la comunidad, y la predisposición de hacerlo... Más allá, esta noción o concepto significa o da la sensación de “que es lo mejor” para una obra, una tarea, y la mejor solución del problema” (Metzger, en 1973, conf.21).

ALGUNAS OBSERVACIONES A LAS DIVERGENCIA ENTRE LA PSICOLOGÍA INDIVIDUAL DE ALFRED ADLER Y LA LOGOTERAPIA DE VIKTOR FRANKL. Cuando Frankl en 1927 se separaba definitivamente de la psicología individual, Adler se encontraba en la penúltima fase de su desarrollo científico (conf. Ansbacher, en 1981, pág.184ff). Esta fase habría comenzado en 1918, cuando Adler introducía la noción del “compañerismo/sentimiento de comunidad”. En las fases precedentes de Adler la bases teóricas eran sin duda “individualistas” o sea era ? para capturar la crítica de Frankl – “psicologística”: Después de la revisión de sus conceptos biologísticos tempranos de la “inferioridad de órgano” y (sobre)”compensación” (conf. Titze, 1984b) Adler identificó desde 1908 ante todo la “pulsión de agresión”, y más tarde la “voluntad de poder” que es el motivo central de la dinámica de la vida humana, es decir en el marco de una psicología de valor idealista y teleologista (conf. Ansbacher, en 1981, pág. 181). En esta relación Adler indicaba también que la neurosis era un truco, un “arreglo” de personas desalentadas, desahuciadas o aterradas, para defenderse y no hacer frente a los peligros en un “escenario bélico principal de la vida”, para entregarse y posicionarse en un “escenario bélico secundario o no central”, y de esa forma entregarse más consecuentemente a la “voluntad propia de poder”. Exactamente ésta suposición fue objeto de críticas desde el principio por parte de Frankl a la psicología individual (conf. Frankl, en 1946, en 1975, pág.11). A principio de los años veinte Adler había también sometido esta concepción a una revisión, mientras él expulsaba un compañerismo colocado como una “resistencia” fundamental a la aspiración de poder individual y respectivamente explicaba que un compañerismo desarrollado era condición de una aspiración autónoma en el “lado útil de la vida”. Sólo en 1928, ya después de la separación de Frankl de la psicología individual, Adler había andado en la última fase de su creación u obra. Ahora él no describía a la teoría del compañerismo como una cualidad o algo con lo que nacemos, sino como una función intelectual y respectivamente “cognitiva”, que solo tiene que ser desarrollada por el hombre particular (conf. Ansbacher, en 1981, pág.186). En su obra tardía aparecida en 1933 “El sentido de la vida”, Adler había finalmente llegado a un punto que denotaba ya una afinidad en gran parte con respecto a los esquemas teóricos de Frankl. Así él introducía igualmente la noción de la “trascendencia” (conf. Adler, 1933, 1973, pág.167) con lo que su conexión con la “posición antropológica” de la psicoterapia en cierto modo estaba documentada: “La investigación (de las diferentes fases del desarrollo del pensamiento humano de Adler) de hecho nos lleva en su obra temprana, de un concepto relativo a si mismo del hombre, a un concepto de auto-trascendencia” (Ansbacher, en 1981, pág.189). ¿Se podría aquí llegar a la conclusión ahora de que por ello no hay más divergencias entre Adler (tardío) y la logoterapia? Esto puede ser respondido negativamente en virtud de diferentes razones. Ante todo si se constata, de que la psicología individual intenta resolver el problema central de la pregunta de sentido de vida humana (conf. también Schwarz en 1923, Wexberg en 1925), bajo otras condiciones distintas que la logoterapia. Adler asigna un significado totalmente especial al aspecto pro-social en esta relación. Esto queda claro cuando él explica que los objetivos de la vida del hombre solo pueden ser resueltos de una manera “razonable”, si se consideran y mantiene en vista el fomento y la perfección de una comunidad sub specie aeternitatis (conf. Adler, en 1933, en 1973). Sin embargo, desde el punto de vista terapéutico de la logoterapia esta suposición aparece limitada, dado que se trata aquí sólo de la realización de los valores de creación dentro de un contexto sociologista (Frankl). Frankl parte de una posición que es en este sentido absolutamente “personalista”, cuando ella toma de la “voluntad específica de sentido” su punto de partida, que no sólo la ejecución de su conducta de vida del hombre particular da la dinámica y dirección, sino que hace aquel en general recién “digno de ser vivido”. De ello se pueden derivar recursos que marcan a la logoterapia un inventario de métodos de la filosofía, que sus críticos denominan a veces metafísicos. También este camino abre, en la solución del problema de sentido, precisamente toda una serie de nuevas perspectivas. Así se puede captar, junto a la categoría de los “valores de creación” ya mencionados, otros “caminos para el logro de sentido” (conf. Frankl, en 1946, en 1975, pág. 60ff; en 1956, en 1975, pág.135 f, pág.154). Y éstas son las categorías de “valores de vivencia” y “valores de actitud”. Justo en ésta última área, la logoterapia ha hecho seguramente un trabajo pionero, y encontrado medios terapéuticos que van más allá del horizonte de la psicología individual. Con esto, la logoterapia parte de una imagen humana que es “global” en el mejor sentido: Ella postula la capacidad específica del hombre de prescindir la actual realidad concreta (por más penosa que sea), y relacionar el carácter momentáneo del “aquí y ahora” con toda su vida - y mediante ese acto trascendental, relativizarla. Con ello la consecuente intención terapéutica de la logoterapia tiende a una amplia mediación para una auto-liberación a través de un “cambio de actitudes”. Con esto se trata esencialmente del reconocimiento de un hecho “filosófico”, de que el hombre en todas las condiciones posee la libertad de encontrar un sentido específico dentro de la abundancia de toda su vida, bajo cualquier circunstancia y todo momento, aun cuando él está en el umbral de la muerte. Finalmente puede ser constatado por lo tanto que la logoterapia ha perseguido consecuentemente aquel camino, que también el “Adler tardío” claramente anduvo. Que él mismo no haya continuado más éste, puede haber tenido diferentes causas. La razón más decisiva quizá puede ser que él encontraba demasiado temprano, y en medio de su creación, una muerte repentina. Al respecto escribió Viktor Frankl: “Para mí la exclusión fue un duro golpe; en el “homenaje” con motivo a la celebración del centenario del nacimiento de Adler, solicitado por Heins Ansbacher para su “International Journal of Individual Psychology” escribí todavía: “Quién lo conoció tuvo que admirarlo como científico, pues la psicología individual significa un giro copernicano. Es más que esto: Adler es un precursor de la Psiquiatría Existencial”. Por consiguiente, nunca renegué del cordón umbilical que antes, como ahora, me une a la Psicología Individual” (Frankl, 1990).

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