Ponencia presentada en el Congreso "Persona, Mundo y Coexistencia" Lima, Perú 2012
Importancia del Humor y la Paradoja en la Práctica de la Psicoterapia
Los síntomas que están integrados en el arreglo neurótico del paciente son comprendidos en general como algo deficitario. Quién no los considere como negativos, sino que interpreta los síntomas correspondientes como algo positivo, entonces su consideración no corresponde a la comprensión de lo que es considerado diariamente como "normal". Éste persigue como es sabido, el disimular los síntomas de la enfermedad, rechazarlos y combatirlos para "desembarazarse" de ellos. Justo del terapeuta espera la comprensión de lo diario, y todo lo que él emprende diariamente para poder curar los síntomas neuróticos, es decir el "sacárselos".

En cuanto el terapeuta observe y reconozca tales síntomas, debilidades y faltas como una expresión de un recurso interior, él procederá de forma paradójica – desde un punto de vista convencional.
Con ésta manera de proceder paradójica se abren nuevas perspectivas, de manera que se hace visible lo malo en lo bueno, como así también lo bueno en lo malo. Con ello lo unilateral se relativiza y se armonizan los contrastes.
La idea fundamental de la terapia paradójica tratar al viejo principio homeostasicos de igual a igual, es decir "recetarle" al paciente, su mismo problema. Así sin vacilar deben ser propagadas debilidades disimuladas hasta ahora pudorosamente, después que el terapeuta positivamente les haya "cambiado el sentido" y respectivamente "cambiado la etiqueta". Con ello debe debilitarse la compulsión al perfeccionismo, o sea ponerlo en ridículo.
Esta tradición había sido iniciada por Adler, como uno de los primeros iembros del círculo cultural occidental que comenzó a transitar ya en el año 1914 (mil novecientos catorce) los caminos de la paradoja. Así él aconsejó a personas que sufrían de insomnio a no hacer "algo contra ello" – como sería "razonable desde el punto de vista del sentido común". Al contrario, aconsejaba a su paciente considerar tal síntoma como algo positivo, como un "signo favorable de una enfermedad mental curable". A una pequeña niña que tiranizaba a su toda familia cada mañana con ataques de llanto y horas enteras peinándose, Adler le propusó:
"Escribe en un pedazo de papel con grandes caracteres y cuélgalo en la cabecera de tu cama: Todas las mañanas debo tener en jaque a toda familia!"

A un paciente cuyo historial publicó Adler en el año 1929 (mil novecientos veintinueve) en extractos, le consejó como remedio a sus molestias gástricas y respiratorias causadas por aerofagia inconsciente:
"Cuando vaya a salir de casa y se encuentre en alguna situación de conflicto, trague rápidamente algo de aire!"

Los psicólogos adlerianos llamaron tal técnica "antisugestión", y la definieron – con Rudolf Dreikurs -- como sigue:
"La antisugestión consiste en aconsejar al paciente en forma no hiriente y bajo sin pretextos, de que haga justamente aquello que hasta ahora en apariencia había combatido: es decir reforzar su síntoma."

Viktor E. Frankl, que fué alumno de Adler algunos años, ha dado el nombre de "intención paradójica" a un procedimiento que es muy similar a la anti-sugestión. Si bien esto fue utilizado por los adlerianos sólo de manera fragmentaria, Frankl hizo la intención paradójica en un marco más amplio. Frankl quiere igualmente motivar al paciente, que éste desea precisamente aquello de que él tiene miedo. Esto se basa en la idea de que el círculo repetitivo vicioso de miedo se puede romper de este modo. Concretamente dicho, se instruye al paciente a que intente reírse de su propio sufrimiento y de esta manera afronte el temor que le provoca la expectativa de fallar. Un hombre joven que sudaba profusamente cuando se encontraba en situaciones sociales, recibió la instrucción de Frankl de que pensase en desear sudar. Parte de sus instrucciones decían: “¡Sólo he sudado un cuarto de tiempo antes, pero ahora lo haré al menos por diez cuartos del tiempo!”. Obviamente, cuando se puso en ello, no pudo realizarlo. Lo absurdo del planteamiento rompió su círculo vicioso.
Frankl critíca la antisuggestión como una pura prescripción de un síntoma. Èl escribe: “Sin embargo, en el marco de la logoterapia se han desarrollado métodos de tratamiento para la neurosis no noógenas, más notablemente la técnica de la derreflexión y la de la intención paradójica. Esta última ya la he practicado en 1929 (mil novecientos veintinueve), la publiqué por primera vez, pero sólo en 1947 (mil novecientos cuarenta y siete) la publiqué suo nomine. Por lo que ahora se refiere en especial a la intención paradójica, la logoterapia reivindíka de todas formas solamente el haber transformado esta técnica en un método y además el haberla integrado en un sistema. El principio en el que se basa es un coping mechanism, que como tal está a la disposición de cualquier persona.
Si antes se hablaba de «métodos parecidos entre sí», es importante asegurarse en cada caso de lo que se pretende decir cuando se habla de intención paradójica. El principio de la prescripción del síntoma tiene sólo que ver externa y superficialmente con lo que está a la base de la intención paradójica. Este intento es de animar al paciente a reforzar el síntoma, es decir, a tener todavía más miedo. En el marco de la intención paradójica, en cambio, no se «intenta paradójicamente» el mismo miedo sino el respectivo con-tenido y objeto del miedo, pues el mandato de la intención paradójica apunta lege artis a que el paciente se desee o pro-ponga lo que hasta el momento había temido tanto. En una palabra, no se «intenta paradójicamente» el miedo, sino aquello delante del cual el paciente tiene miedo.
Me gustaría explicarles la diferencia entre la intención paradójica y el refuerzo del síntoma utilizando un ejemplo concreto. Mi alumno coreano, el profesor Byung-Hak Ko describe un caso en el que a un paciente que sufría de miedo a la muerte no le recomendó tener más miedo, sino que formuló sus consejos de la manera siguiente: «Intente Usted estar más perplejo, tener palpitaciones más frecuentes y estar más sofocado. Intente morir a la vista de todos. Juntos inventábamos las frases que el paciente tenía que decirse a sí mismo para intentar paradójicamente sonrojar, sudar, sofocarse, morir. Al cabo de poco tiempo vino alegremente a ver-me a mi despacho para informarme del éxito.» O sea que el paciente tenía que «intentar paradójicamente» todo el abanico de sus temores, desde palpitaciones hasta la muerte por asfixia; sin embargo, no se puede hablar de que él debía reforzar el mismo miedo a la muerte.”
Además Frankl avisa, al aplicar la intención paradójica se moviliza también la capacidad exclusivamente humana del humor. Viktor Frankl dijo: "El humor es el oponente del miedo." Sus pacientes, recomendó a reírse del miedo y desarrollar un valor específico al ridículo. Frankl escribe: “Es bien sabido que el humor, más que cualquier otra cosa, puede promover una actitud distante y la capacidad de elevarse por encima de cualquier situación, aunque sólo sea por unos segundos.” El paciente está motivado a “ironizar” sus síntomas. Cuando un paciente está abrumado por un problema del cual no tiene una visión clara, Frankl trata de exagerar cómicamente el problema a los ojos del paciente al grado que le parezca ridículo y cómico. Por ejemplo, un paciente que teme sudar en la presentación de un discurso es animado a que muestre a los presentes cuánto es realmente capaz de sudar, que moje de sudor a todo lo que se le arríme, que intente salpicar a todos los presentes, pero al intentarlo, relata Frankl, el sudor paradójicamente nunca llega, y lo más importante es que la angustia desaparece.
Frankl afirma que el efecto saludable de la intención paradójica reside en que el paciente aprende a ironizar sus síntomas. Con eso tomaba referencia Frankl en una tradición filosófica que era creada por Socrates. El truco retórico consiste en que el irónico se hace a sí mismo de una manera inverosímil más pequeño de lo que él es en realidad. A través de esto se desenmascara la ostentosa y presuntuoso actuar del interlocutor. Por lo tanto la ironía establece una técnica mediante la cual se hace evidente la oposición entre lo dicho explícitamente, con el pensado implícitamente.
El filósofo Søren Kierkegaard veía la función de la ironía, en que ésta posibilita tomar ángulos visuales diferentes al mismo tiempo. Al presentar como equivalentes modos de ver contrarias, se relativiza y respectivamente debilita el peligro de la fijación unilateral (por ejemplo, el de una verdad absoluta). También Adler se servía de esta técnica: Una vez una llamada telefónica lo arrancó del sueño a las 3 de la mañana. El que lo llamaba era un paciente de Adler que quería pedir perdón. Pero Adler lo interrumpió con una tranquilidad estoica: "¡No piense siquiera más en ello! Desde hace mas de 1 hora que estoy sentado delante del teléfono esperando su llamada." La falsedad manifiesta ("!Yo he esperado su llamada¡") está en un contraste tan grande con una regla convencional ("No se puede sacar de esa manera a nadie del sueño!"), que sin embargo precisamente por ello, lleno de humor, es confirmada.
Kierkegaard consideraba a la dialéctica irónica escéptica negativa y la afirmación entusiasmada como un medio que puede también tener como efecto, reacciones de humor. Con eso él seguía una opinión del filósofo inglés James Beattie que señalaba al origen de humor como una fusión de dos o también varias partes incoherentes, inoportunas o contradictorias relaciones, “de manera que una relación totalmente particular sea produce entre ellos“.
Exactamente en esta tradición se apunta Adler: Por ejemplo él estableció una relación entre el raro efecto del chiste con la fusión súbita del esquema de apercepción primario y secundario. De ello se puede concluir: la risa estimula un paso abrupto desde el razonable mundo de los adultos hacia el imprudente mundo del niño, y viceversa. Exactamente esta flexibilidad posibilita una relativización irónica de interpretaciones unilaterales de la verdad. Por esta razón el humor es un medio para ver las cosas de forma relativa, ver que nada es absoluto y que hay otras miradas posibles. Como expresó Adler: todo podría ser de otra manera. Ésa es la fórmula de la paradoja. La idea básica de aplicación del humor terapéutico es, en el sentido adleriano, el estimulo paradjico. Adler escribía en 1933: "Siempre he considerado muy importante el rebajar todo lo posible el nivel de tensión durante el tratamiento, e incluso he ideado un método para decir al paciente que hay chistes que se identifican perfectamente con la estructura de su neurosis y que por lo tanto, ésta se puede tomar con mayor ligereza de lo que él lo hace."
Un ejemplo de la eficacia de la dialéctica irónica, la ofrece la psicoterapia múltiple. Éste método surgió en 1920 (mil novecientos veinte) cuando Adler en consultas de educación pública incluía a varios especialistas que tenían consecuentemente distintos puntos de vista, sobre el problema de padres que buscaban consejo, generando diferentes interpretaciones sobre la verdad (Esto coincide con el veredicto de Adler: "¡Todo puede ser también de otra manera!").
Así se desarrolló una manera de proceder en la cuál dos terapeutas „asumen roles contrapuestos“ respecto de un paciente: el primer terapeuta representa el sistema de referencia de "la vida de persona normal" (que implíca la adaptación al estilo de vida social respectivamente el esquema de apercepción secundario), mientras que el segundo terapeuta argumenta en el sentido de la lógica privada del pacient, es decir, de acuerdo con el esquema de apercepción primario). Con esto el segundo terapeuta se identifica con los objetivos y las estrategias de actuar del "niño en el paciente" .
De éste modo pueden ser externalizados conflictos internos. Mientras el segundo terapeuta defiende "su" posición valientemente y se confronta con el primer terapeuta, un paciente pasivo, tímido de conflictos, puede experimentar de que su comportamiento inadecuado, superficial o molesto posee también aspectos positivos (en el sentido de recursos). A menudo resultan de ello efectos alentadóres y fortalecedóres del yo, que pueden generar frecuentemente reacciones de humor (=alegría, risa).
Para ilustrar esto tráigo a continuación una transcripción de un diálogo que tuvo lugar en una clínica psiquiátrica. El paciente era un esquizofrénico negativista que desde hacía muchos meses no hablaba, y en los días anteriores al tratamiento se rehusaba a tomar alimentos. Éste paciente fue visitado antes del comienzo de las sesiones por el primer terapeuta, quién le invitó – utilizando argumentos racionales – "a comer, a no ser tan descortés con los cuidadores y a comportarse mejor con sus familiares en los días de visita". El paciente no reaccionó, como era obvio. Al comenzar la primera sesión de la terapia múltiple, el paciente vió por primera vez al segundo terapeuta:

(1. terapeuta dirigiéndose al paciente): "Una vez más le exhorto a que hága un esfuerzo y coma algo. Ninguna persona normal se comporta como usted. Un adulto está obligado a comer para no preocupar a sus semejantes y para poder trabajar, como tiene que ser. "

(2. terapeuta): "Para ser sincero, yo creo que usted le pide demasiado al señor Z. (el paciente). Lo que usted quiere es cebarle bien para poder mandarle a trabajar cuanto antes. Yo, en su caso, no comería en absoluto... Ni siquiera cruzaría una palabra con personas que me atormentasen de esa manera."

(1. terapeuta): "Usted no puede decir una cosa así en presencia del paciente. Él nos está escuchando. Además, tengo la impresión de que usted quiere aconsejarle que siga como hasta ahora. ¿Sabe lo que eso significa? ¿Sabe lo que le está aconsejando? Que se porte como un niño pequeño, y desvalido. Los bebés no hablan, no van a trabajar y hacen caca en los pañales. Lo que debe aconsejarle es que se comporte como un adulto: comer como Dios manda, ser cortés con la gente y ganarse su propio sustento. "

(2. terapeuta): "De aconsejarle eso, estaría aconsejandole algo equivocado. Es un adulto, pero en la peor situación que se pueda imaginar. Sus padres tienen derecho a regañarle, los extraños pueden burlarse y desentenderse de él, y en el trabajo pueden insultarle y decirle que es un fracasado. Yo en su lugar no daría golpe y estaría en huelga permanente. Si no come, la culpa no es suya. El no comer, no es sólo asunto suyo. Son los demás los que están interesados en que coma, para que siga viviendo; los médicos por ejemplo, los enfermeros, que serían responsables de esa forma si él muriera de hambre. Y sus padres, naturalmente, que no quieren perder a su hijo y quieren tenerlo consigo para poder torturarle. Y hágase cargo del valor, del carácter que se necesita para renunciar a comer. Ni usted ni otros como usted serían capaces de hacer eso. Nadie es capaz de hacerlo, fuera del señor Z. No, no se trata de un niño pequeño, sino de una persona que es más grande que todos. (Susurrando, pero de forma que le oiga el paciente). ¿En confianza, sabe lo que yo haría en su caso? Mientras el enfermero me daba la papilla, la volvería a escupir por toda la cama ... "

Paciente: "Pero si eso es lo que hago ... "
En este ejemplo he querido mostrar lo siguiente: También Adlerianer no usan ningunos simples prescripciones del síntoma: El método "conspirativo" es sin duda paradójico, de acuerdo con el punto de vista de Frankl. Pero el terapeuta adleriano no se orienta sólo por una lógica de validez general, sino principalmente por la "lógica privada" del individuo, cristalizada en su esquema de apercepción primario. La oposición entre el sistema primario y secudario de apercepción que funciona en cada individuo, es la base del planteamiento dialéctico de la psicoterapia adleriana.
Mientras el terapeuta pone en tela de juicio consecuentemente y lleno de humor las "contra-ficciones" correspondientes, que han detenido un auto-desarrollo libre y creativo del paciente hasta ahora, el pone en marcha la necesaria relativización terapéutica de remordimientos, que equivale básicamente también a una defensa más conveniente a tendencias autoagresivas.