IE FOCUS - Instituto de Empresa, 18.07.2003
Alemania y el sentido del humor
La falta de humor de los alemanes es un estereotipo que, por desgracia, afecta también al os directivos. Sin embargo, estudios recientes demuestran que reírse aumenta el rendimiento. De ahí que las empresas germanas hayan tomado buena nota y estén poniendo en práctica iniciativas encaminadas a potenciar el buen humor.

Stefanie Müller. Corresponsal de Wirtschaftswoche en España

La risa no es algo serio y nosotros - soy alemana -, «queremos ser serios», tenemos que serlo. En caso contrario, nuestro interlocutor podría pensar que no tomamos en serio, ni lo que dice, ni lo que decimos. Y es que los germanos, alcontrario que los españoles, tenemos un problema de afabilidad, un adjetivo que confundimos fácilmente con la superficialidad. Parece como si sólo pudiéramos relajarnos en carnavales, un cliché que, desgraciadamente, se repite con excesiva frecuencia - sobre todo en el mundo empresarial, en donde solamente cuentan los datos.

Como ha demostrado una encuesta realizada entre unos trescientos individuos por la Universidad Ludwig-Maximilian de Munich, el humor no tiene excesiva importancia dentro de la dirección empresarial. El estudio pone también en evidencia que la auto-crítica, la creatividad o la audacia no son características que los encuestados consideren importantes. La capacidad y la modestia, por el contrario, están entre las virtudes más apreciadas. Mientras que los holandeses negocian de forma relajada e irónica, y engatusan a su interlocutor con elegancia sin perder por ello de vista su objetivo, los directivos alemanes prefieren intentar convencer con muchas cifras, gráficos muy claros y argumentos lógicos - los documentos siempre debajo del brazo. Si alguien intenta vendernos algo nuestra actitud es muy crítica, para no dar la impresión de que se nos engaña fácilmente. No es de extrañar, pues, que los directivos alemanes tengan fama de arrogantes.

Los tiempos son difíciles, pero como nos recuerda Reinhard K. Sprenger, escritor alemán sobre temas empresariales, «no tanto como para que ya no nos podamos reír». Muy al contrario, la risa relaja y las personas relajadas convencen más que las envaradas, a quienes enseguida se les encasilla como «agarrotadas» e «inseguras». La risa es un factor positivo. A pesar de ello, un jefe que se encuentra frente a un subordinado que se ríe «puede pensar que se está riendo de él, en lugar de reírse también», en opinión de Sprenger.

La risa elimina el estrés y mejora el rendimiento

Pero todavía se mantiene la esperanza de que la industria alemana aprenda a reír. Ya que, recientemente, se han publicado estudios que afirman que la risa mejora el rendimiento. Según el investigador de la risa Michael Titze: «el humor ayuda a resolver situaciones conflictivas y a eliminar el estrés: la risa es un lubricante». Una cara seria, por el contrario, provoca amargura, envidia y tirantez. Las personas que se ríen no sólo tienen imagen de simpáticos sino también de competentes. Un jefe con buen humor consigue mucho más de sus colaboradores que uno autoritario.
Cada vez son más las empresas que se dejan convencer por estos hechos y contratan entrenadores de la risa que enseñan a los empleados técnicas de relajación. Kodak ha instalado salas del buen humor para los ratos de descanso. Los trabajadores se pueden entretener en ellas con dibujos animados, películas de humor y cuentos, para a continuación ser más creativos en el trabajo. Otras empresas contratan actores para hacen reír a sus empleados, incluso los payasos vuelven a estar de moda para algo más que para fiestas infantiles. Sin embargo, a mi juicio, los alemanes estamos siguiendo de nuevo, el camino equivocado. La risa no puede aprenderse, la risa es una actitud ante la vida. Y quizás, sencillamente, lo que deberíamos hacer es cambiar ésta un poco. Pensar en positivo, no hablar mal de todo, mirar hacia adelante y tener valor. Y, naturalmente, reírnos de corazón. A poder ser con nuestro jefe.